domingo, 30 de marzo de 2014

Mangoneos y mamoneos

La sociedad humana se basa en la reciprocidad. Tendrás que proporcionar algo para obtener otra cosa a cambio. Es una ley que, por justicia y por equilibrio, ha de cumplirse siempre. Pero claro, el equilibrio absoluto no existe. Los que sí que existen son aquellos que pecan de valerse del esfuerzo ajeno en su beneficio. Esos sí que están todas partes, como sanguijuelas acomodadas, despreocupados de toda empatía.

Esto ya es un problema, pero es que hay casos que no permanecen ahí. Cuando uno se cansa y rechaza que le sigan chupando la energía, en el momento en el que se dan cuenta de que ya no podrán succionar más, saltan e intentan morderte con los colmillos secos. Podría interpretarse como venganza, pero yo creo que ésta es solo el nacimiento de la intención, y acaba siendo un mero intento de supervivencia, porque no sabe tomarse la justicia por la mano y mucho menos recapacitar sobre lo que deja de ser justicia y pasa a ser falta de respeto.

Cuando una ofensa directa está hecha desde el análisis y la crítica, o al menos desde la perspicacia, puede resultar hasta digerible. Pero cuando hablamos de comentarios lanzados al aire, tirando de algún tipo de humor popular descerebrado para llamar a la simpatía de otros, estamos dejando la madurez de lado y saltando a la verborrea vana.

A quien logras faltar al respeto de esta manera es a ti mismo y a nadie más, pues los insultos huecos y rancios nacidos del resentimiento ni llevan ni llegan a ninguna parte.